sábado, 13 de abril de 2013

¿Dónde está el truco?

Una de las cosas que más me ha llamado la atención a lo largo de este proceso de superación de mis problemas alimentarios ha sido la reacción de mis conocidos ante mi cambio físico.  Y es que la reacción más generalizada ha sido la de preguntarme "¿dónde está el truco? ¿cómo lo has hecho? ¿qué dieta estás siguiendo?" Y además en muchos casos, seguido de la advertencia "ten cuidado, no vayas a enfermar" 

Cuando les explico que no estoy siguiendo ninguna fórmula mágica, que es tan sencillo como comer de forma saludable y hacer ejercicio físico, y al mismo tiempo tan increíblemente complicado como eso. En muchos casos ni siquiera se lo terminan de creer, te miran con aire desconfiado, algunos como si quisieras quedarte el truco para ti sola, y otros con preocupación, convencidos de que estás siguiendo alguna dieta peligrosa.

¿Cómo hemos llegado al punto de que nos resulte fácil creer en sustitutivos, pastillas, jarabes, dietas milagros... y nos cueste tanto creer en el ejercicio y en la alimentación saludable?



lunes, 1 de abril de 2013

Bebidas isotónicas (o el arte de hacer el tonto en el gimnasio)

Durante unos años estudié Publicidad y Relaciones Públicas (a mitad de camino salí huyendo en otra dirección bien distinta) y una de las cosas que más me llamó la atención fue como la mayoría de la gente subestimaba completamente el efecto que el marketing tiene en ellos. Casi todos nos creemos por encima de los anuncios de la tele, de los patrocinios, de las promociones, etc. Pero no hay nada más lejos de la realidad.

Yo misma, que suelo ser bastante precavida en estos asuntos (cosas de haberme adentrado en las entrañas de la bestia en mis primeros años universitarios) me sorprendí un buen día cuando se me ocurrió mirar la etiqueta de una bebida isotónica que me estaba bebiendo cuando me inicié en esto de mover el culo.

La industria ha logrado asociar la práctica de ejercicio físico con el consumo de este tipo de bebidas y lo que es más peligroso, que asociemos los cualidades saludables del ejercicio como una característica de las propias bebidas.

Si googleais un poco veréis como un estudio de la British Medical Journal en colaboración con la BBC pone en cuestión la efectividad de estas bebidas para mejorar el rendimiento físico y la recuperación al hallar una sorprendente falta de pruebas. Sin embargo, yo aquí no voy a entrar a considerar si son realmente efectivas para la recuperación de deportistas, lo que quiero señalar es que ponerse un chándal y apuntarse al gimnasio o salir a correr NO nos convierte en deportistas. El correr 45 minutos o entrar a una clase de BodyPump NO supone ejercicio físico extremo (aunque a veces nos parezca que vamos a morir). ¿Qué sentido tiene irse a correr 40 minutos para perder peso y terminar tomando una bebida azucarada? Para rehidratarse es suficiente con agua, que no vamos a hacernos una maratón.

En el gimnasio al que voy hay un chico obeso que se bebe en cada sesión una botella de un litro de aquarius, que contiene aproximadamente 300 kcal.
A veces creo que sale del gimnasio habiendo quemado menos calorías de las que ha consumido.

Seamos sensatos, por favor.






sábado, 23 de marzo de 2013

¿Cuestión de peso?

Ayer por la tarde casi por casualidad me encontré en televisión con un programa de testimonios en el que trataban el tema de la obesidad y la pérdida de peso.


Aquí lo tenéis por si alguien tiene interés y le apetece ver de qué estoy hablando. Os aviso que yo no me he tragado el programa entero, sólo la segunda y la tercera entrevista y ya tendría suficiente material para unos dos años de blog. Pero como no quiero ser muy "cansina" vamos a lo que me pareció más importante, la transmisión constante del mensaje de que la solución mágica es pasar por el quirófano. Más que un programa de testimonios, me dio la impresión de estar viendo un docuspot de una clínica de cirugía estética. 

Como digo sólo vi dos testimonios, y en ambos planteaban lo trágico de la obesidad mórbida y lo bien que se encontraban tras pasar por el quirófano. El primer testimonio por lo que pude escuchar todavía estaba en el primer estadio a la espera de poder someterse a la intervención.

No niego, que alcanzados determinados niveles de obesidad la cirugía sea necesaria pero lo que quiero resaltar es que nadie nace pesando 200 kilos, nadie. Y antes de llegar a ese punto hay muchas alternativas que están en nuestras manos.

Es interesante el tercer testimonio (a partir del minuto 29 del vídeo) en el que un bailarín profesional que mantuvo una forma física envidiable llega a una obesidad extrema tras dejar su profesión. Por ejemplo, cuenta en la entrevista que sus malos hábitos ya estaban presentes en aquella época, pero que no se apreciaban en su cuerpo por el evidente gasto energético que tenía entonces. Y digo esto porque como ya he mencionado en alguna entrada, los kilos de más no son el problema sino el síntoma del verdadero problema. Y aunque el quirófano los pueda eliminar, no puede cambiar el hecho de que han sido tus actos, o mejor dicho tu incapacidad para controlarlos lo que te ha llevado a pesar 20, 30, 50 o los kilos que sean de más.

Me parece, como digo, muy interesante el testimonio de esta persona, porque también comenta que tras pasar por el quirófano tuvo que re-educarse, aprender nuevos hábitos adecuados y hacer mucho ejercicio físico. Y en realidad, esto es lo realmente duro y lo que realmente funciona, y esto se puede hacer después o antes de operarse. Pero al final hay que hacerlo. 


lunes, 18 de marzo de 2013

La culpa la tiene el metabolismo

Desde que era una niña me convencí de que el problema era mi puñetero metabolismo. Había nacido marcada, jodida por el destino y unos genes que tanto por parte materna como paterna me obligaban a engordar. Además, todo a mi alrededor parecía confirmar esta teoría. Mis dos mejores amigas (de aquella maravillosa época de hoy no te "ajunto" y mañana no puedo vivir sin ti) comían como si cada día fuera el último y además todas las meriendas a base de bollycaos y bocadillos de nocilla, pero sus culos no parecían enterarse de lo que entraba por sus bocas.
Así que blanco y en botella. 

Pero en el fondo, una parte de mí siempre supo que esta teoría no era más que una excusa de mi parte débil para justificar por qué no era capaz de adelgazar. Si la culpa de algo no es mía no hay nada que yo pueda hacer para evitarlo.

Es cierto que no todos tenemos el mismo metabolismo. Está claro que mis dos afortunadas amigas de la infancia tienen que agradecer a su metabolismo que convirtiera tan rápidamente los bollycaos en energía y no los acumulara en las cartucheras, mientras que yo tendré que conformarme de por vida con un metabolismo un poco cabrón que me hace engordar con facilidad. Pero eso no quiere decir que yo no pueda hacer nada al respecto. 

Exceptuando un porcentaje mínimo de personas que padecen determinadas enfermedades o que tienen que tomar medicaciones concretas, el resto de personas obesas lo son porque ingieren más de lo que gastan. Y punto. Que sí, que es cierto que hay quien come peor que yo y no engorda, pero eso no cambia el hecho de que si yo hubiera comido bien (que no poco) y hubiera hecho más ejercicio jamás hubiera llegado a pesar 115 kilos. 

Conseguir decir esto en voz alta fue quizá uno de los primeros pasos de mi terapia y quizá uno de los más difíciles.



sábado, 16 de marzo de 2013

Un desayuno (merienda, postre...) perfecto

Hoy voy a inaugurar la sección de recetas. Y para empezar vamos con algo sencillo, ligero y delicioso. Aunque aviso que no pienso privarme de enseñaros algunas de mis recetas favoritas de bizcochos, tartas y magdalenas con su aceite, su azúcar, nata o chocolate correspondiente. Y es que como sabréis si habéis leído mi declaración de intenciones, yo no sigo una dieta, he perdido 35 kilos permitiéndome seguir disfrutando de todas las cosas ricas que me gustan, eso sí, en su justa medida, y como ya iré contando más adelante, levantando el culo del sofá.

Pero ahora a lo que vamos, siempre nos dicen que un desayuno completo es aquel que incorpora lácteos, frutas y cereales y solemos imaginarnos una mesa llena de alimentos que no tenemos tiempo para tomar, pero ¿a quién no le apetece algo como esto?
Un yogurt desnatado cremoso, fresones y unos copos de cereales y a disfrutar de un maravilloso desayuno, completo y equilibrado. También es perfecto como postre o incluso para merendar, aunque en estos casos no le incorporo los cereales y solo le añado medio yogurt.

Hasta hace poco no era capaz de comer fresas sino era añadiéndole nata o en su defecto grandes cantidades de azúcar, pero sería una lástima no aprovechar lo suficiente este delicioso fruto que además acaba de empezar su temporada. Así que pronto tendremos nuevas recetas con fresas aunque probablemente no tan ligeras como la de hoy.


jueves, 14 de marzo de 2013

Declaración de intenciones

Es posible que nadie llegue a leer esto nunca. En realidad ni siquiera lo pretendo. Este blog nace con el propósito de servirme como terapia, una forma de registrar mis avances y retrocesos, mis buenos y mis malos momentos en esta lucha contra mí misma que es (no el perder peso) sino el ganar salud.

Tengo una enfermedad y estoy en proceso de curación. Me ha costado mucho reconocer esto, casi 27 años. Desde que tengo recuerdos de mí misma he tenido sobrepeso. Desde que recuerdo, he utilizado la comida como un alivio para la ansiedad, que no ha hecho más que incrementarla. Y aunque siempre he deseado perder peso, no fue hasta hace aproximadamente un año y medio que fui capaz de reconocer que esto no era una cuestión de estética sino de salud. Y que mis kilos de más no eran el problema, sino sólo un síntoma, un síntoma de un trastorno alimentario.

Cuando le dije a mi familia con 115 kilos y 1,61 cm que padecía un trastorno alimentario enseguida se preocuparon y pensaron que me estaba provocando vómitos y demás... simplemente les dije: "miradme, mirad lo que me he hecho a mí misma, no tengo ni 30 años y voy derecha a provocarme una diabetes, una enfermedad cardíaca y a terminar matándome, ¿cuál es la diferencia entre pesar 40 y 115 kilos? ¿Por qué sí veis la anorexia como una enfermedad y no veis la obesidad mórbida? ¿Si vomito soy bulímica y entonces padezco una enfermedad y si no vomito sólo soy una gorda incapaz de dejar de comer bollos? Me voy a terminar matando igual, sólo que más lentamente y no puedo parar"

Probablemente mi familia sigue sin entender esto, pero afortunadamente yo sí lo he entendido. Ahora peso 82,5 kg, he perdido mucho peso, pero sigo sin estar curada, y no porque no haya llegado a mi peso ideal objetivo, sino porque en ocasiones sigo sin poder controlarme y vuelvo a los atracones. La desintoxicación es un proceso lento, pero llevo ya mucho camino andado.

Por eso, si alguien lee este blog, no soy una experta en dietas, ni nutricionista, mis opiniones, son eso, mías, y pueden ser correctas o no, pero es lo que a mí me está funcionando. Serán mis aciertos y mis errores.
No tengo nada en contra de las dietas, pero esto no es un blog de dietas. Como decía, mi objetivo no es perder peso sino curarme y eso no se puede hacer siguiendo una dieta. Si  una persona con anorexia se curara sólo con ganar peso sería tan fácil como obligarlas a comer, pero no lo es. Probablemente si siguiera alguna de esas dietas tan famosas perdería peso mucho más rápido, no lo voy a discutir, pero seguiría siendo una gorda por dentro.

Por eso este blog se llama adelgazar con esfuerzo, sin dietas milagros, sin libros fantásticos, sin pesar comida  y sin controlar la mezcla de alimentos... todos sabemos lo que engorda y lo que no, lo que se debe comer todos los días y lo que solo se debe comer ocasionalmente, y todos sabemos que si comemos bien y hacemos ejercicio se adelgaza. No hay trucos. Sólo esfuerzo.